¡Hola a todas! 😊
Hoy empieza el mes y traigo las mejores noticias; ¡¡¡HEMOS ACABADO EL PODCAST!!!
EduTICando ya es una realidad, y yo no puedo estar más contenta.
Me gustaría empezar la reflexión con algo de información, así que allá vamos.
En primer lugar, ¿qué es lo que hemos hecho? Pues hemos llevado a la práctica un proyecto de radio escolar. Esta forma parte de la educomunicación, una herramienta más para la consecución de la alfabetización mediática.
Es importante aprender a utilizar los medios de forma inteligente, crítica, activa y con fines democráticos. Sobre todo, para la construcción de conocimiento y el progreso social, aspectos fundamentales de la educomunicación (Aguaded, 2014). La educomunicación, que implica la interrelación entre comunicación y educación (Aparici, 2011) es una manera más de conceptualizar la alfabetización mediática (Barbas-Coslado, 2012), también conocida como educación en materia de comunicación, didáctica de los medios, comunicación educativa o pedagogía de la comunicación.¹
La radio escolar surge como herramienta de aproximación a los medios que trabaja de forma transversal varias de las competencias y habilidades requeridas en la formación mediática.
Del mismo modo, se recoge que la alfabetización mediática es cada vez más relevante. Tanto es así, que se relaciona con todas las capacidades –técnicas, cognitivas, sociales, cívicas y creativas– que nos permiten no solo acceder a los medios de comunicación, sino también comprenderlos e interactuar con ellos. En definitiva, suponen unas habilidades muy importantes para la recepción, la decodificación, la creación y el análisis crítico, ante el exceso de información que no beneficia el conocimiento (Pérez-Rodríguez et al., 2015).¹
Ante la urgencia por actuar y educar a las nuevas generaciones de manera adecuada al contexto en el que se desarrollan, la radio escolar se erige como recurso educativo que aporta innovación, sencillez y accesibilidad al mundo digital a la par que cumple con los objetivos propuestos para este tipo de aprendizajes.
En este orden de ideas, Ferrés y Piscitelli (2012) señalan que el proceso de aproximación a los medios desde la escuela debe ser un proceso dinámico, pues hay que considerar que, si el mundo de la comunicación mediática está en proceso de transformación constante, también se tendrán que transformar de manera constante las aproximaciones educativas al mismo.¹
Según Perona-Páez y Barbeito-Veloso (2007), la radio presenta amplias posibilidades de explotación dentro del aula, pues puede ser capaz de despertar la imaginación de los niños, mejorar la expresión oral, ampliar el conocimiento sobre su entorno político, social, económico, cultural y natural. Actualmente, la radio escolar, ligada al mundo digital, continúa su expansión por todo el mundo (Teixeira y Silva, 2019), siendo las características de la radio escolar a través de Internet (radio learning) las siguientes: interactividad, ubicuidad, colaboración, comunicación multidireccional, flexibilidad, lenguaje multimedia y bajo coste.¹
La radio escolar nos ayuda a acercar la realidad actual al alumnado, además del conocimiento conceptual en esta área mediática, fomentando la motivación, cooperación y la concentración, resultando en un grado de satisfacción más alto y, por lo tanto, en un aprendizaje mucho más significativo.
Su relación con la competencia digital y el currículum de infantil parece evidente. Os dejo unos fragmentos por aquí para quien no sepa lo que es la competencia digital.
La competencia digital abarca la selección, gestión y tratamiento de la información obtenida empleando diversos motores de búsqueda y fuentes de datos, el conocimiento de la comunicación digital y la creación de contenidos digitales en distintos formatos con el objetivo de perseguir un beneficio común. No obstante, los docentes de Educación Secundaria consideran que el uso crítico y seguro de las Tecnologías de la Sociedad de la Información; la búsqueda, filtrado y evaluación de la información; y el acceso y conocimiento de información de actualidad son las tres características que mejor definen a la competencia digital (Labio-Bernal et al., 2020)¹
Asimismo, algunos estudios concluyen la necesidad de complementar la competencia digital establecida en el currículum escolar con la competencia mediática, revelándose dicha competencia como clave para que niños y jóvenes puedan ejercer de forma crítica y activa su papel ante los medios en una sociedad de prosumidores mediáticos (García-Ruiz, Ramírez-García y Rodríguez-Rosell, 2014), concepto referido a la figura intermedia entre productor y consumidor a la que Toffler se refería en su obra La tercera ola en 1980 (Fernández Castrillo, 2014). Además, esta competencia podría ayudar al alumnado a comprender el contenido curricular de las distintas materias que tienen que estudiar (Labio-Bernal et al., 2020).¹
Como os comenté en mi post sobre EL CURRÍCULUM DE INFANTIL Y LA COMPETENCIA DIGITAL esta última se ve reflejada en el documento, aunque de forma un poco insuficiente de acuerdo con el contexto en el que se encuentra la sociedad ahora mismo. Pero es cierto que conforme se va actualizando el marco jurídico se contempla cada vez más la necesidad de educar en la competencia digital y mediática. En este aspecto, la radio escolar aporta todo lo que se requiere por parte de la ley establecida y añade aprendizajes útiles para la vida. En un podcast escolar el alumnado aprende a aprender, desarrolla su competencia social, cívica y en conciencia y expresión cultural. Además, se promueve la iniciativa y el espíritu emprendedor, y se trabajan competencias ligüísticas y digitales que ayudan a la consecución de la competencia mediática.
En este orden de ideas, Parola y Ranieli (2013) definen la competencia mediática como la capacidad de utilizar los medios de comunicación de manera crítica, consciente y creativa para llegar a ser ciudadanos activos en la sociedad del conocimiento.¹
Los beneficios de la radio escolar son muy variados y atraviesan transversalmente varias áreas del conocimiento, trabajando aspectos muy útiles e importantes para el desarrollo del alumnado como futura ciudadanía crítica, positiva, activa, participativa y democrática. De esta forma implica también la capacidad de autorregulación y organización para conseguir objetivos propuestos, la creatividad, la resolución de problemas, el liderazgo, el trabajo en equipo, el pensamiento crítico, la responsabilidad, el esfuerzo...
Visto todo esto, ¿quién no querría empezar un proyecto así?
Del mismo modo, se recoge que la alfabetización mediática es cada vez más relevante. Tanto es así, que se relaciona con todas las capacidades –técnicas, cognitivas, sociales, cívicas y creativas– que nos permiten no solo acceder a los medios de comunicación, sino también comprenderlos e interactuar con ellos. En definitiva, suponen unas habilidades muy importantes para la recepción, la decodificación, la creación y el análisis crítico, ante el exceso de información que no beneficia el conocimiento (PérezRodríguez et al., 2015).
Por otro lado, la Alfabetización Mediática e Informacional (AMI) provee a los ciudadanos las competencias que necesitan para buscar y gozar de todos los beneficios de este derecho humano fundamental (Unesco, 2011). En concreto, la alfabetización mediática incluye conocer el uso y funciones de los medios; evaluar de manera crítica su contenido; y emplearlos para expresarse y participar democráticamente. En cambio, la alfabetización informacional permite localizar, organizar y evaluar la información o hacer un uso ético de ella. Tanto la alfabetización mediática como la informacional tienen que ver con las competencias que enfatizan el desarrollo de destrezas basadas en la investigación y la capacidad de comprometerse conscientemente con los canales de medios e información.
Por su parte, Pérez-Tornero (2015) define la AMI como un nuevo paradigma conceptual referido a las capacidades que permiten el uso crítico, autónomo y creativo, por parte de las personas y las comunidades, de cualquier medio de información y comunicación y de sus lenguajes específicos.
[...]
En las últimas décadas se ha resaltado la importancia de la alfabetización mediática. Ya Masterman (2003) declaraba lo importante que era no solo ser conscientes de la necesidad de considerar dicha alfabetización, sino de desarrollarla con éxito en la práctica. En la misma línea, Bona (2015) manifiesta la necesidad de enseñar a comparar la información, contrastarla, ser crítico con lo que se lee y a citar la fuente, y también Osuna y López (2015), que reiteran esa necesidad de educar para que el ciudadano sea crítico, solidario y socializador desde la comunicación, convirtiéndose de esta manera de un simple receptor pasivo a un emisor activo.¹
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