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¡Hola a todas!  Esta segunda parte del blog hace referencia al inicio de mi último curso de la carrera, así que para las personas que sean n...

martes, 15 de noviembre de 2022

MUJERES Y EL ÁREA STEM

¡Hola a todas! 😊

Hoy seguimos con el tema que iniciamos en clases anteriores y que os comenté en mi último post. Todo comenzó con la robótica educativa pero hemos llegado a un punto en el que se nos plantea una pregunta interesante;

Si queremos transmitir una educación integral y adecuada al contexto actual que proporcione al alumnado el conocimiento necesario en ciencia y tecnología, ¿dónde están los referentes femeninos y diversos?

La desigualdad todavía existente (y tristemente muy presente) entre hombres y mujeres no debería ser una sorpresa para nadie, esta disparidad se puede apreciar claramente en muchos ámbitos de la vida donde las mujeres tienen un acceso más limitado y/o complicado a oportunidades, recursos y derechos. Además, su presencia y representación en algunos contextos es mínima o, muchas veces, nula, ¿no creéis? De lo que estamos hablando en general es de la brecha de género, que hace referencia a la desigualdad salarial y de oportunidades en el entorno laboral. Esta es muy difícil de valorar, pero solo hace falta consultar la bibliografía adecuada para comprobar que no estamos hablando en vano. 

Antes de todo, es importante señalar que las brechas de género son, por su propia naturaleza de medida, las diferencias entre dos colectivos no directamente comparables, de difícil análisis, y tanto su lectura como su interpretación deben realizarse de manera condicionada a aquellos factores considerados para su cálculo. ¹

A pesar de esto, se han podido establecer medidas para la brecha de género en varios contextos. En relación a lo que estamos tratando en clase, hablaré de estas desigualdades en el área de conocimiento referente a las ciencias y tecnología; lo que conocemos como el área STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics). Y es que aquí, una vez más, nos enfrentamos a una situación en la que la presencia de mujeres, tanto a nivel estudiantil como laboral, es notablemente inferior a la de hombres, ¿porqué no hay tantas mujeres estudiando o trabajando en carreras científicas y tenológicas como hombres? ¿dónde está el orígen y la posibilidad de cambio de todo esto?

Hay muchos factores que intervienen en la infrarrepresentación de las mujeres en esta y otras áreas de conocimiento, el más importante por ser común a todas las áreas es, en mi opinión, la cultura general fundamentalmente masculina y blanca en la que crecemos y nos educamos. 

Según Penner (2015), los factores empíricamente relevantes pueden agruparse en dos categorías: los de origen social, como el papel de los estereotipos (Olmedo-Torre et al., 2018), y los de naturaleza individual, como las preferencias personales. No obstante, y como advierte el propio Penner (2015), esas dos fuentes de influencia no son fácilmente separables. Además, el modelo elaborado por Cheryan, Ziegle, Montoya y Jiang (2017), explica la brecha de género en materia de STEM sobre la base de tres factores capitales: (a) una cultura masculina que apunta a un sentimiento de pertenencia para esas opciones que es inferior en el caso de las mujeres; (b) una experiencia previa insuficiente con la informática, la ingeniería y la física; y (c) una brecha en lo concerniente al sentimiento de autoeficacia. ²

El problema viene cuando no podemos separar, como advierte Penner (2015), los estereotipos de los que nos rodeamos de los resultados en forma de brecha de género a los que nos enfrentamos por su culpa, es una especie de círculo vicioso, de pescadilla que se muerde la cola, en el que nos es difícil diferenciar si fue primero el huevo o la gallina y, por tanto, resulta complejo poner el foco resolutivo en alguna parte. Lo que hemos podido aclarar es que, en ninguno de los casos, las diferencias apreciadas en el tratamiento de los géneros a nivel social tienen relación con las habilidades cognitivas de los mismos.  

Así, se ha comprobado que la autoeficacia tiene una mayor influencia sobre el rendimiento en mujeres que en hombres (Fernández García, Torío-López, García-Pérez, Inda-Caro, 2019; Stage y Kloosterman, 1995); o que las alumnas, a igualdad de nota en matemáticas, tienen una probabilidad significativamente inferior a la de los alumnos de reconocer que son “buenas en matemáticas” (Bharadwaj, Giorgi, Hansen y Neilson, 2016); o que una enseñanza más centrada en el alumno beneficia más a las chicas que a los chicos (Hermann y Kopasz, 2019). Sin embargo, la influencia de las diferencias innatas en lo concerniente a habilidades cognitivas se ha considerado improbable a la luz de la investigación (Penner, 2015). ²

En clase hemos podido ver un vídeo en el que Lorena Fernández presenta como ponente su proyecto inclusivo; este está dirigido a las mujeres y niñas y a fomentar sus vocaciones científico-tecnológicas relacionadas con el área STEM. Gracias a ella he podido aprender y sorprenderme con algunas cosas, por ejemplo, ¿sabéis algo sobre el poder actual de los algoritmos de las aplicaciones que utilizamos? Estos algoritmos controlan nuestras decisiones, informaciones y, en general, nuestra vida. Deciden qué vamos a ver, a escuchar, a leer, con quién e incluso cuándo hacerlo, entre otras muchas otras cosas. Esto ya de por sí resulta problemático si no conocemos estas dinámicas y nos embarcamos en la aventura online sin alfabetización mediática y/o digital, pero lo es aún más cuando nos damos cuenta de los sesgos sociales que reproducen dichos algoritmos en cuestión de género, aunque también de etnia, de cultura, de edad, de lenguaje, de estética... Parece ser que en este mundo tan avanzado solo hemos conseguido replicar y multiplicar estereotipos sin control aparente, y empezamos a necesitar soluciones urgentes. Trabajar desde la interseccionalidad como nos explica Lorena va a suponer una mejora en cuanto a que representará la realidad diversa que ocupamos, mejorando las relaciones humanas y, por tanto, los resultados de las mismas, a nivel personal, emocional, laboral y estudiantil. 

Ella nos explica que estos problemas relativos a la brecha de género son como una tubería que gotea, y empieza a hacerlo a edades muy tempranas; con 6 años las niñas ya piensan que son menos brillantes que los niños. Si este goteo proviniese de una sola fuente sería más sencillo de parchear, pero la realidad es muy distinta, esto provoca que se transmitan una serie de ideas y mensajes constantemente que evidencian que el papel de la mujer en la sociedad ha sido, y en muchos casos es, limitado e incomparable al del hombre. 

Microsoft realizó un estudio en 2017, en el que participaron 11.500 niñas de 12 países diferentes, que asegura que las chicas europeas empiezan a perder interés por las asignaturas de ciencias y matemáticas a los 11 años, aunque la máxima disfunción se da a los 15 años. Otros estudios van un paso más allá: una investigación de las prestigiosas universidades de Nueva York, Illinois y Princeton, publicada hace unos meses en la revista Science, demuestra que, a partir de los 6 años, las chicas se consideran menos brillantes que los chicos. El estudio, en el que participaron 400 niños y niñas de 5 a 7 años, constaba de tres pruebas distintas que, en palabras de los propios investigadores, arrojaron conclusiones “descorazonadoras”.³

Lorena y sus compañeras, con su proyecto, han conseguido romper los estereotipos y las ideas de lo convencional, descubriendo las profesiones STEM y acercando la ciencia y la tecnología con perspectiva de género a la infancia y juventud, proporcionando referentes reales y cercanos, concienciando sobre la necesidad del desarrollo del país de forma igualitaria, visibilizando mujeres científicas y tecnólogas, demostrando a las niñas que son válidas y suficientes, que la igualdad de oportunidades es posible y que nacimos preparadas. 

Os recomiendo mucho este vídeo, ella lo explica muy claro y el proyecto es muy interesante, así que os lo dejo aquí para que le echéis un vistazo:



Por otro lado, es necesario destacar y reflexionar hacia donde nos dirige la sociedad, es decir, si no servimos para estudiar ciencia y tecnología, ¿para qué servimos?

La brecha de género se manifiesta en multitud de países en el sentido de que, a menudo, las mujeres están infrarrepresentadas en diferentes áreas de la ciencia, la tecnología, la ingeniería o las matemáticas (STEM) y, sin embargo, están sobrerrepresentadas en otros campos profesionales y del saber, tales como el de la salud, la psicología o la educación. ²

Poquito a poco pero incansablemente, todo en nuestras vidas nos dirige hacia el área de los cuidados y del servicio al prójimo. Además, nuestro valor como mujeres ha estado sostenido durante muchos años en el estar casadas, tener hijos, en cuidar de nuestra casa, de nuestro hombre y nuestra familia. Estos valores tradicionales aún se mantienen y calan en la educación de las más pequeñas y en muchos aspectos de la sociedad, fomentando que sigamos el ciclo estereotípico una vez más. Sin embargo, tal y como vemos que esta influencia en edades tempranas es fundamentalmente negativa podemos ver también un punto de origen sobre el que actuar y posibilitar el cambio. Y es que igual es por mi vocación y profesión, pero veo muy claramente como la opción más válida para un futuro más equitativo es comenzar desde la educación, y cuanto antes mejor. 

El tratamiento educativo asociado a la enseñanza de las Ciencias en dicha etapa podría desempeñar un papel relevante a la hora de contribuir a la reducción de la brecha de género en etapas formativas posteriores, cuyo impacto sobre la educación superior y, consiguientemente, sobre el mercado laboral en el contexto de la llamada “cuarta revolución industrial” (Shwab, 2016) ha sido destacado, entre otros, por la OCDE a propósito de PISA 2015 (OECD, 2016a). ²

Si trabajamos la coeducación desde infantil podremos comprobar (de hecho ya lo estamos haciendo) como las niñas y niños crecen más alejados de esos estereotipos mencionados y, si no, al menos con el suficiente pensamiento crítico para construir sus ideales y valores de forma más positiva, democrática y equitativa con todas las personas, alejándose de lo tradicional y evitando caer en discriminaciones de cualquier tipo. Podemos ver que es necesario proporcionar las oportunidades adecuadas a la condición y contexto de cada persona, la igualdad en la escuela no es el objetivo, sino la equidad; el dar y recibir lo que cada una necesita educativamente para conseguir el máximo potencial y los mejores resultados, preservando y respetando la salud mental de todas. Además, en relación con el área STEM es indispensable proporcionar experiencias de aprendizaje relacionadas con la misma que partan de una base coeducativa, con perspectiva de género y que se acerque a todo el alumnado por igual. ¿Cómo podemos actuar para conseguir esto? En los textos referenciados tenéis muchas opciones, a mí me ha gustado la siguiente cita:

Además, del trabajo de Oakes (1990) se infieren tres canales de influencia sobre los que actuar para reducir la brecha de género en la educación científica: las oportunidades de aprender, la mejora del rendimiento y la decisión de las alumnas de continuar estudiando Ciencias. ²

No debemos tirar la toalla, nuestra obligación como docentes, o al menos la mía por convicción propia, es investigar la forma de acompañar al alumnado en su camino educativo con perspectiva de género, fomentando estrategias que nos puedan servir, por ejemplo; 

Es un hecho establecido a partir de estudios meta-analíticos que la influencia de los iguales (peer effect) se sitúa entre los factores con mayor impacto sobre el rendimiento escolar (Hattie, 2003). Pero análisis efectuados desde la perspectiva de género han establecido que el apoyo de los iguales en materia de aprendizaje escolar tiene un efecto mayor en las chicas que en los chicos (Hanson, 1996). ²

Hay estudios y metodologías que nos pueden ayudar a encontrar estrategias a fomentar como el aprendizaje entre iguales y la cooperación, pero en mi opinión lo más recomendable es que iniciemos un proceso de deconstrucción continuo en el que nos autoeduquemos para ser críticas y conscientes, llegando a mejorar nuestra salud mental y reconstruyendo nuestro sistema de valores y creencias de forma que lo podamos transmitir a nuestro alumnado de forma natural y orgánica. Hablo por supuesto de la brecha de género en el área STEM, pero también lo hago en términos generales para que se entienda que el machismo no solo nos afecta y tenemos que combatirlo desde aquí, si no que se extiende por todos los rincones del entramado social, así como otro tipo de desigualdades y discriminaciones que nos oprimen y que se pueden entender y solucionar de formas muy similares. 

Estas informaciones y reflexiones me han ayudado a reafirmarme en mis ideas, en la oportunidad/obligación que tenemos como docentes de educar con perspectiva de género y buscando la equidad, y sobre todo en que nuestras identidades y vocaciones no han sido nunca nuestras al cien por cien, y esto tiene que cambiar. Un concepto que me ha sorprendido es el de la autoeficacia, que he entendido como la convicción de cada una de que lo que hace está bien. Se menciona en los textos referenciados relacionada con los contextos educativo y laboral, y se muestra como un verdadero condicionante para las aspiraciones de las niñas y, por tanto, para su futuro laboral también. Hemos crecido educadas para pensar que nunca somos suficientes, que no somos tan eficaces como ellos, que nuestro camino es otro más sensible, por eso nuestra intervención en el aula tiene que variar; ser una figura de acompañamiento y referencia en la clase y educar al alumnado de forma que su autoconcepción sea más positiva marcará la diferencia en este y otros muchos aspectos de la vida. 

 Los factores relativos a la definición de lo vocacional, por un lado, y a la cuestión de la autoeficacia, por otro, constituyen aspectos interrelacionados que son relevantes en la explicación de la brecha de género en materia de expectativas profesionales STEM. De acuerdo con la SCCT (Social cognitive career theory) –desarrollada por Lent, Brown y Hackett (1994) sobre la base de los trabajos previos de Bandura (1986) y validada en trabajos posteriores (Lent, Brown, y Hackett, 2002)–, expectativas de autoeficacia, experiencias de aprendizaje y expectativas de resultados constituyen tres elementos centrales que, junto con sus interrelaciones, dirigen el desarrollo vocacional. Como han señalado Carbonero y Merino (2004; p.229) “Los pensamientos de eficacia vocacional juegan un papel más determinante que los propios intereses y las capacidades en la consideración restrictiva que las mujeres ponen de manifiesto cuando realizan sus elecciones profesionales”. Este planteamiento sugiere algunos mecanismos de intervención desde la educación científica que contribuyan al incremento de la autoeficacia, particularmente en las chicas. ²

Mi experiencia como mujer en este aspecto es similar a lo que cuento, sin embargo, siempre conté con la ayuda y apoyo de mis padres, que me creían capaz de todo y me animaron a cursar estudios relacionados con la ciencia. Al final mi camino cambió, y tanto mi madre como mi padre han seguido estando ahí, así que como futura docente quiero transmitir ese amor y esos valores. Mi relación con la ciencia ha sido siempre estrecha, de hecho terminé cursando una ingeniería, pero es cierto que he vivido alguna que otra situación violenta y he podido comprobar, tanto por mí misma y mis experiencias como por mis amigas y las suyas, que el área STEM es un mundo de hombres. Me siento afortunada de haber crecido en una sociedad y con un entorno que me ha permitido muchas cosas que en otros países son impensables, pero mi formación me hace pensar en aquellas que no lo tienen tan fácil, y que aunque nuestro entorno personal es importante y, en muchos casos, definitivo, es necesario iniciar un cambio que reduzca las violencias estructurales a las que nos vemos sometidas las personas y que fomente la equidad, por lo que hay que intervenir de forma transversal, unida y efectiva. La educación es un comienzo esencial, y es que sin la inlcusión del género femenino, la sociedad no se desarrollará de forma orgánica y respetuosa hacia su diversidad y así no alcanzará su máximo potencial. 

Rescatemos referentes STEM femeninos y mostrémoslos, eduquemos en amor y diversidad, en valores positivos y democráticos, fomentemos la autoestima de nuestro alumnado, luchemos contra lo establecido, rompamos los cánones y estereotipos. Hagámoslo por nosotras y por ellos, por las que nos abrieron el camino y por las que construirán el futuro, está en nuestras manos, ¿venís conmigo?

Espero que os haya gustado este post, me emociona y enfada a partes iguales trabajar estos temas, pero tener un espacio donde ordenar pensamientos de este tipo siempre es positivo, así que gracias por leerme. 

Volveré pronto a hablaros un poco más de esta temática, dejadme en comentarios cualquier duda que tengáis y os responderé encantada. 

¡Un saludo! 💜

Referencias:

1. Anghel, B., Conde-Ruiz, J. I., De Artíñano, I. M. (2019). Brechas salariales de Género en España. Hacienda Pública Española, (229), 87-119.

2. López Rupérez, F., Expósito Casas, E., García García, I. (2021). Educación científica y brecha de género en España en alumnos de 15 años: análisis secundarios de PISA 2015. Revista complutense de educación.

3. EQUIPOS&TALENTO. (2018). En busca de talento femenino STEM. de EQUIPOS&TALENTO. Disponible en este enlace

4. Santaella, J. . (2022). Brecha de género: ¿qué es, cómo se origina y cuáles son sus consecuencias? De economia3.com. Disponible en este enlace

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